
En la novela, se alude a las tres consignas que el partido dominante proclamaba constantemente: la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud y la ignorancia es la fuerza. Se establecía que el principal delito era el crimen mental: discurrir en dirección contraria al pensamiento único. Se llegaba incluso a denunciar a los propios padres a la llamada policía mental, la policía del pensamiento. Aquellos que eran cazados en su disidencia, directamente eran "vaporizados" o desaparecidos. Se creó una neolengua que empobrecía el lenguaje y suponía la eliminación de las palabras. Si se reducían las palabras, se limitaba el pensamiento. La ortodoxia significaba no pensar.
En 1984 se mantiene la existencia permanente de la guerra y del enemigo.

Así se justifica el control social y la excepción. La novela, como digo, fue escrita en 1949. 58 años después Francia anuncia que en menos de tres años un millón de videocamaras vigilarán las calles del país galo para prevenir, se explica, el terrorismo y la delincuencia. Ahora ya hay 350 mil cámaras. En el metro de París se instalarán 6500 cámaras y crecerá el número de municipios en las que los aparatos estarán conectados con la policía. Otra de las innovaciones en la lucha contra el mal es la utilización de aviones espía. Unos avioncitos de un metro de ancho por 60 cms de largo provistos de una cámara para vigilar los barrios conflictivos y las concentraciones de personas.
La ficción futurista, como vemos, ya es una realidad. La idea de un enemigo permanente y malvado, es de nuevo, utilizada por los gobiernos para ejercer, como en la novela, el control, la persecución, la represión y la vaporización. Es decir la desaparición de aquellos que el Estado considera peligrosos para la seguridad. Tras los atentados de las torres gemelas de Nueva York, ya nada es igual en el mundo. Asistimos poco a poco al nacimiento de esa sociedad, donde el Gran Hermano ya nos observa y decide si somos o no peligrosos.


Como en la novela de Orwell, pronto el Gran Hermano justificará, no sólo la videovigilancia que ya es un hecho, sino la cadena perpetua, la reclusión indefinida y la vaporización, la desaparición. De seguir así las cosas se construirán más y más cárceles, más alejadas de las ciudades, apartadas del mundo y en su interior poco a poco se difuminarán las personas que no tuvieron quizás una primera oportunidad y a la que se les niega una segunda.
Además, los sujetos objetos de control serán cada vez más. Todos aquellos que cuestionen este nuevo orden y se opongan en sus pensamientos a mantener las estructuras represivas que consagren las desigualdades e injusticias sociales, a menudo, causa y origen de comportamientos violentos que sacuden nuestras conciencias.