La pasada semana en este programa, A pulso, dos cualificados observadores del sistema penitenciario, el Defensor del pueblo deCataluña y el sociólogo César Manzanos venían a coincidir en que la situación de nuestras prisiones merece una reflexión profunda.
El primero, el catalán, se interrogaba acerca de cómo es posible que teniendo una tasa muy baja de criminalidad en España, seamos ya el país de la Unión Europea con mayor número de presos por habitantes, alcanzando los 67 mil reclusos.
El segundo, el sociólogo, se refería al aumento del sufrimiento penitenciario que está provocando un preocupante aumento de suicidios en prisión.
Esta semana hemos vivido un episodio en la cárcel valenciana de Picassent que refleja el estado de tensión que se vive en nuestras prisiones.
La idea falsamente extendida de que los delincuentes entran en prisión por una puerta y salen a las horas por otra, la multidifusión de sucesos en los medios de comunicación, su comercio incluso en los programas basura, la intolerancia social, la venganza como arma justiciera, la política ultra de seguridad electoral, han conducido a crear un clima donde se viene reclamando, incluso en sectores hasta ahora llamados progresistas, más prisión para los delincuentes, más años de condena y cero beneficios.
Este clima está saturando el sistema penitenciario, lo está incluso colapsando, como aseguran los sindicatos de funcionarios. El estrés con la sobreocupación aumenta, y las tensiones se agudizan ante una población reclusa hacinada y lo peor ,sin esperanza.
Así cualquier incidencia, cualquier chispa en este ambiente, causa un incendio. A la espera de conocer cual fue el detonante del secuestro de tres funcionarios en Picassent, algunas fuentes hablan de que pudo ser una llamada de teléfono reducida de un preso a su familiar,la chispa que condujo a este desagradable caso, donde se puso en peligro la integridad de los funcionarios, uno fue incluso agredido, y la de los propios presos, caso de que el secuestro hubiera tenido un indeseable desenlace.
Una señal, sin duda este episodio, como otras que ya hemos tratado aquí,que evidencia que algo habrá que hacer para que la tensión acumulada no vaya en aumento. Ya lo dijo el defensor de pueblo catalán: es necesario replantearse el modelo penitenciario actual y revisarlo para rebajar estos altos índices de encarcelamiento, con más medidas alternativas a la prisión y más medidas sociales en prevención, al tiempo que recuperar los beneficios penitenciarios para dar esperanza a unas personas que se ahogan en la desesperación con condenas muy largas que se cumplen íntegras y que no conducen a la casi olvidada reinserción social, sino a una política de castigo y ensañamiento con personas a las que así se las destruye sistemáticamente en vez de favorecer su normalización social.
foto: diario el país
El primero, el catalán, se interrogaba acerca de cómo es posible que teniendo una tasa muy baja de criminalidad en España, seamos ya el país de la Unión Europea con mayor número de presos por habitantes, alcanzando los 67 mil reclusos.
El segundo, el sociólogo, se refería al aumento del sufrimiento penitenciario que está provocando un preocupante aumento de suicidios en prisión.
Esta semana hemos vivido un episodio en la cárcel valenciana de Picassent que refleja el estado de tensión que se vive en nuestras prisiones.
La idea falsamente extendida de que los delincuentes entran en prisión por una puerta y salen a las horas por otra, la multidifusión de sucesos en los medios de comunicación, su comercio incluso en los programas basura, la intolerancia social, la venganza como arma justiciera, la política ultra de seguridad electoral, han conducido a crear un clima donde se viene reclamando, incluso en sectores hasta ahora llamados progresistas, más prisión para los delincuentes, más años de condena y cero beneficios.
Este clima está saturando el sistema penitenciario, lo está incluso colapsando, como aseguran los sindicatos de funcionarios. El estrés con la sobreocupación aumenta, y las tensiones se agudizan ante una población reclusa hacinada y lo peor ,sin esperanza.
Así cualquier incidencia, cualquier chispa en este ambiente, causa un incendio. A la espera de conocer cual fue el detonante del secuestro de tres funcionarios en Picassent, algunas fuentes hablan de que pudo ser una llamada de teléfono reducida de un preso a su familiar,la chispa que condujo a este desagradable caso, donde se puso en peligro la integridad de los funcionarios, uno fue incluso agredido, y la de los propios presos, caso de que el secuestro hubiera tenido un indeseable desenlace.
Una señal, sin duda este episodio, como otras que ya hemos tratado aquí,que evidencia que algo habrá que hacer para que la tensión acumulada no vaya en aumento. Ya lo dijo el defensor de pueblo catalán: es necesario replantearse el modelo penitenciario actual y revisarlo para rebajar estos altos índices de encarcelamiento, con más medidas alternativas a la prisión y más medidas sociales en prevención, al tiempo que recuperar los beneficios penitenciarios para dar esperanza a unas personas que se ahogan en la desesperación con condenas muy largas que se cumplen íntegras y que no conducen a la casi olvidada reinserción social, sino a una política de castigo y ensañamiento con personas a las que así se las destruye sistemáticamente en vez de favorecer su normalización social.
foto: diario el país