28/10/08

PASAR POR EL ARO

La noticia cuenta que Maite Ventura viajaba en un avión desde Canadá a Barcelona vía Amsterdam. En el aeropuerto holandés se dirigió hacia el puesto de control para tomar la otra aeronave que la trasladaría a su destino. En ese control, un agente le dijo que pasara a través de un arco blanco muy iluminado.

Cuando entró en el aparato tuvo que poner los pies sobre una marca en el suelo. En ese momento empezaron a salir chorros de aire desde arriba y por los laterales, así durante varios segundos, hasta que el agente le dijo que podía salir.


Nadie sin embargo le advirtió que el escáner iba a mostrar su imagen desnuda al policía. La fotografía que publican hoy los diarios muestra la silueta de una mujer tal como vino al mundo. La señora no fue advertida en ningún momento de que ese escáner la iba a retratar ante el controlador en pelota. Tampoco le dieron la opción de ser cacheada.


Se enteró días más tarde por la prensa. Ese escáner se va a instalar en aeropuertos norteamericanos. En Europa ya existe en el de Amsterdam. Aquí la Comisión Europea quiere generalizar estos artilugios. Una pretensión a la que se opone el parlamento europeo por las consecuencias para la salud de quienes se van a exponer a ese chorro de radiaciones y por las otras consecuencias las que afectan a la intimidad de los seres humanos.


El gobierno europeo tratar de imponer esa medida con la excusa de reforzar la seguridad en los vuelos. Con ese argumento, los ciudadanos estamos siendo cada vez más vigilados, observados, cacheados, identificados y ahora también desnudados. Unas prácticas que se han venido aplicando a los sospechosos.


Desde el atentado a las Torres Gemelas nos han convertido a Todos en Sospechosos, en potencialmente delincuentes, en posibles terroristas, en peligrosos individuos a los que hay que vigilar. El mundo descrito por Orwell, en su novela 1984, va definiéndose años más tarde y modelándose ante la resignación general. Al principio las cámaras de tv en las vías públicas fue objeto de protestas y puestas en tela de juicio por menoscabar la intimidad de las personas.


Ahora son tan habituales como las farolas en nuestras calles, edificios, transportes... El gran hermano, por nuestra seguridad, ya nos vigila y nos desnuda. Pronto, como en la ficción orwealiana, instalarán cámaras en nuestras casas con la excusa de prevenir los malos tratos domésticos. Bajo este paraguas, el de la lucha contra el terror y por nuestra seguridad, nos despojan de nuestros derechos y de nuestra libertad.


Lo peor es que nosotros mismos vamos aceptando sin chistar todas estas medidas que nos van despojando de nuestra dignidad y nos convierten poco a poco en súbditos.
foto: diario córdoba

21/10/08

ES UN ENFERMO Y LO TRATAN COMO A UN DELINCUENTE


En el centro de menores de los Alcores en la localidad sevillana de Carmona, permanece ingresado un chaval de 17 años que se llama Enrique.


Está ahí por haber cometido un delito. Como tantos otros... Pero Enrique no es un "infractor" normal. Padece "esquizofrenia".


Su madre se ha puesto en contacto conmigo y ha relatado el calvario que padece desde hace muchos años.Una de las primeras señales de alarma que dió el niño, procuró su asistencia a una consulta siquiátrica , donde el médico despachó el asunto, con "son cosas de niños", o algo así le diría a la desesperada madre.


Cuenta Paqui que su hijo, llevado por las malas compañías y su enfermedad, se dejó arrastrar hacia nuevas gamberradas que ahora llamamos delitos. Como tomar la moto de su padre para darse una vuelta y ser interceptado por la policía , con el consiguiente atestado, comunicación al juez y nueve meses de libertad vigilada. Lo acaban de condenar a un año y medio de reformatorio por ser cómplice de un atraco de mentira en un supermercado, esgrimiendo uno de la banda una pistola de juguete.


El monitor que lo llevaba, dice Paqui, le aconsejaba,ante el mal comportamiento de Enrique , que lo mejor era que no diera la alerta porque lo iban a llevar directamente a un centro. Cuando el chaval tenía un brote sicótico, en vez de acudir a su casa una ambulancia, llegaba un coche patrulla. Un centro para que lo traten , reclamaba su madre sin éxito. En casa y a pulso, tratando de que Enrique no se desmadrara y no se metiera en líos.


Pero ella trabaja , como su marido, y no puede estar todo el día pendiente de su hijo. Algo más grave ocurre y Enrique es internado en un centro de menores. El ingreso se produce en Jaén. Su familia vive en Sevilla. La hermana de Enrique padece esclerosis múltiple y la madre decide pedir el traslado de su hijo hasta Sevilla para que la hermana de Enrique pueda verlo , ya que su enfermedad es incompatible con los viajes.


Es internado en los Alcores. Un centro de menores que regenta la Fundación Diagrama. Comienzan los problemas. Los "cuidadores " de Enrique le tratan como a uno más , dice Paqui y lo sancionan por dejarse una toalla o el jabón en el cuarto de baño y lo recluyen en su cuarto "sólo" en los tiempos libres para que no se le vuelva a olvidar. O lo sancionan , en ese sistema que llaman regresión de fase, que significa perdida de comunicaciones con su familia y otros "beneficios", por quedarse con la boca abierta mirando fijamente a los "cuidadores", porque sus ojos fríos y estáticos son desafiantes(sic). O le obligan a que realice, dice su madre, ejercicios incompatibles con su peso, 120 kilos.


Y lo castigan si se niega o llama chula a una educadora y otra vez al cuarto ,"solo", para que se le pase y no se le ocurra llamar "eso" a una profesional de la pedagogía reformatoria. Lo tratan, asegura su madre, como a un menor normal y no se dan cuenta que es un enfermo y además se ponen a su altura y entran en la esquizofrenia de Enrique ,que sujeta con cinco pastillas diarias .


A veces se les olvida administrarselas , se lamenta su madre, y añade que ahora su hijo ha iniciado una huelga de hambre para que lo escuchen y se niega a tomar la dosis que lo ata a este mundo. Una huelga que ha abandonado ante el compromiso del centro de cambiar de actitud .Solloza esta madre, impotente ante tanta impotencia y denuncia que a su hijo , de 17 años, lo juzgaron esposado , mientras que al otro menor no.


El peligro engrilletado para proteger a los agentes judiciales y para recordarle a él que verdaderamente es una amenaza para quienes le rodean. Su madre dice que es un niño noble y bueno y que sólo atenta contra sí mismo y nunca le ha hecho nada malo a nadie. Y de regreso al reformatorio, los polis también se ponen a su altura y desconocen como se trata a un esquizofrenico y se encaran con él y Enrique responde "tu madre".


El agente , poco versado en pedagogía, responde con la terapeútica "defensa" reglamentaria y le arrea dos porrazos para que no se encare con la autoridad y aprenda a comportarse ante los uniformes, aun cuando los uniformados se comporten groseros, altivos y prepotentes, manifestando su poder ante un niño de 17 años al que ven como un delincuente de 120 kilos, en esa corriente que nos recorre y que viene criminalizando a los adolescentes por como ven el mundo y se manifiestan , ese que los adultos les estamos mostrando. Los policías han presentado una denuncia contra el chaval porque mantienen que insultó al juez durante la conducción al centro.


La madre rompe a llorar cuando me llama y se desahoga con alguien que la escucha acostumbrada a toparse con un sistema que no encuentra, no sabe o no quiere resolver los problemas echando mano de la ciencia y la cultura, sino que perpetua viejos clásicos , reiteradamente inútiles, que pasan por el castigo y la autoridad como método para corregir y educar a los niños, a los que estamos haciendo consumidores desde pequeños para que compren como los mayores y si no pueden que jueguen a policías y ladrones, aunque el precio a pagar sea , acaso, demasiado alto.
Pincha aquí y podrás escuchar las manifestaciones de la madre de Enrique